sábado, 24 de julio de 2010

Beethoven - Claro de Luna

Beethoven - Claro de Luna

Grrr!!!

Saludos cachorros

Soy YO. Regresé después de muchas lunas. La verdad estaba con los horarios al límite. Ahora que dispongo de unos días libres, debido a los feriados por fiestas patrias en el Perú, dedicaré más tiempo a este blog, que más que un blog es una pasión a la música clásica (y al mismo tiempo una forma de contagiar esta pasión en todos vosotros, Grrr!!!). 

Bueno, vayamos a lo nuestro, la música clásica.

La leyenda de Claro de Luna

El origen de esta melodía no esta del todo esclarecida. Pero sumando los datos que he podido obtener, me encuentro en condición de poder contarles la historia de "Claro de Luna", una historia romántica y triste.

Pero primero los invito a escuchar Claro de Luna (o Sonata para piano Nº 14), con Wilhelm Kempff, pianista y compositor alemán.





Nuestro amigo Beethoven había cumplido los treinta años y ya era un músico reconocido, acababa de componer su Primera Sinfonía y se ganaba la vida enseñando música a jóvenes de la aristocracia de Viena. Hasta aquí todo bien ¿no es cierto? Pero Beethoven era aun soltero, y buscaba con ansías una dama que lo acompañase y comprendiese, y sobre todo que lo comprendiese por que este señor tenía un carácter que ahora los psicólogos llamarían bipolar, es decir era una persona de reacciones violentas y explosivas, y al mismo tiempo una personalidad muy cercana a tener constantes, y profundas depresiones. No señores, Beethoven no tenía en absoluto un caracter agradable.

Se inicia un romance

Es en 1801 que es invitado a enseñar clases de música a la condesa Giulietta Guicciardi, joven de 16 años pero muy dedicada (y obstinada) por aprender el piano. La dama acababa de llegar de Italia, Beethoven confiesa en una carta la impresión que le causo conocer a esta joven:  

Contemplar de cerca aquél espectáculo que se había reflejado en mis ojos, tras ser presentado, hízome turbar hasta casi perder el equilibrio. Acababa de conocer a Guilietta Guicciardi, la musa que inspiraría a partir de aquel momento tantas y tantas veces la música que llevaba impresa en mis entrañas... Era bellísima hasta la médula, con unos ojos azules intensos, morena pero pálida, con el cabello corto como se llevaba en aquélla época, Desde aquel instante en que la conocí, llegué a creer que quizá alcanzase la felicidad plena en su compañía, en el supuesto de que mi amor fuese correspondido por mujer de tamaña belleza misteriosa.

Pero eso noes todo, al parecer Beethoven era correspondido:

El tiempo transcurría y, paulatinamente, noté que mi musa inspiradora se sentía también atraída hacia mí. Sin ninguna duda, no me importaba poder hacerla mi esposa aún cuando sólo contaba dieciséis primaveras. Sin embargo, cuando el amor correspondido por Julieta me colmaba de toda dicha, no tardé en darme cuenta de que, tras ese rostro de ensueño, esos ojos que destapaban el tarro de las esencias más puras, en definitiva, de aquella figura celestial, se ocultaba un arma de doble filo. Cuando el hechizo había sacudido mi mente hasta la locura, Julieta empezó a mostrar su verdadero yo. Vanidad, egoísmo y dominio salieron a flote, destrozando la magia que me embargaba, el poder que mi ser experimentaba, convirtiéndolo todo en el fin de una quimera. Sin embargo, aún continuaba amándola, incluso a pesar de sus continuos intentos de controlar hasta el último de mis pasos. Irritación y desolación invadieron nuestros encuentros, con el fantasma de la destrucción asomando por la puerta. 

¡Vaya! ¡Por lo visto Beethoven no sólo sabía escribir buenas música, sino también buenas cartas!

Empiezan las dificultades

Beethoven, espíritu atormentado y enamorado, no imaginaba lo que pronto sucedería:

Finalmente, ocurrió lo que jamás tenía que haber sucedido. El conde de Gallenberg, director de la Ópera de Viena, fue la marioneta que sirvió a la inconsecuente Julieta para saldar sus cuentas, para consumar su venganza por no lograr dominar mi voluntad, mi espíritu con aroma de libertad. Fui testigo de aquella boda, de aquel horror desgarrador, del fin de mis esperanzas más soñadas. 

Con algo más de rigor debemos de complementar esta versión, En aquella época las convenciones sociales eran sumamente estrictas (o elitistas, para ser más exactos), y estaba prohibido a cualquier dama de sociedad fijarse en un plebeyo. A través de diversos documentos sabemos que la petición de mano de Beethoven fue rechazada por el padre de la condesa por que el músico no tenía empleo estable, ganaba una miseria y no tenía ningún título nobiliario.

Y, para colmo de males, nuestro héore empiza a quedarse sordo justo en aquel año ¡y quedarse sordo es lo peor que le puede pasar a un músico! Dejemos que el mismo Beethoven concluya la historia:

Entonces, aquella sonata empezó a cobrar vida en mi interior, hasta que las manos se encargaron de transportar al piano las sensaciones que brotaban en forma de música. "Claro de luna", mi adagio "Claro de luna", había nacido. Ninguna de mis sonatas recreó mejor un pasaje importante de mi vida, ni siquiera las ocho sinfonías que llevo compuestas en el momento de escribir estas palabras. 

Y la carta concluye así:

Sí, yo, Ludwig Van Beethoven, he querido contar esta historia, cuando ni siquiera sé si podré terminar mi novena sinfonía. Aquél lejano año de 1802 comenzó mi triste enfermedad, la sordera, y ahora, a mis 54 años, sólo espero que algún día mi historia pueda ver la luz, y que mi música logre penetrar en lo más hondo del corazón de las generaciones venideras.
Sí, amigo. Lo lograste

Disfruten esta obra fruto de un amor que nunca llegó a cristalizarse.



Richard Clayderman, pianista francés,  también tiene su versión de Claro de Luna, gracias a Clayderman, y muchísmimos otros músicos contemporáneos, Claro de Luna es una de las melodías más conocidas en todo el planeta. Y una de las melodias más bellas de al música clásica.


Y antes de despedirme contéstenme, qué les gustó más ¿la historia o la melodía?

Grrr!!!
(Hasta luego)