domingo, 23 de septiembre de 2012

Leoncavallo - Vesti la Giubba y la Tragedia de un Payaso

 Leoncavallo - Vesti la Giubba y la Tragedia de un Payaso

En la película "Los Intocables de Elliot Ness" (1987) aparece una escena donde el mafioso Al Capone (Robert de Niro) se conmueve hasta las lágrimas al escuchar una ópera, lo curioso es que en ese mismo momento el ha mandado a uno de sus matones a asesinar a Malone (Sean Connery), uno de los poliías que está tras sus pasos.



 Un actor encarna a un cantante de ópera, pero la voz es del gran Mario de Mónaco que interpreta "Vesti la Goiubba" (Ponte el Traje). Vesti la Giubba es una famosa aria para tenor de la ópera Pagliacci, de Ruggiero Leoncavallo. Vesti la Giubba es el final del primer acto, donde el payaso Canio (Pagliaccio) descubre la infidelidad de su esposa, pero se ha de preparar para un espectáculo que debe continuar.

El aria es a menudo considerado como uno de los más conmovedores en el repertorio operístico de la época. El dolor de Canio se retrata en el aria y ejemplifica la noción entera del "payaso trágico": sonriente por fuera, pero llorando por dentro. Esto se sigue mostrando hoy en día, como el motivo payaso ofrece a menudo la lágrima pintada en correr por la mejilla de la actriz.
 
La grabación de 1904 por Enrico Caruso fue el primer millón de ventas récord en la historia. Los dejamos con Enrico Caruso:



La primera función de la obra es de 1892, pero el aria se ha hecho bastante popular y ha salido en diversas películas y series de televisión.

Ruggero Leoncavallo

Ruggero Leoncavallo, fue un compositor y libretista representante del movimiento “Verista” de la Ópera italiana. Su ópera "Pagliacci" de 1892 le aseguró un lugar en el mundo de la música. Muchos lo consideraban como el mejor libretista italiano de su época, después de Arrigo Boito. Leoncavallo compuso varias óperas más en los años anteriores a su muerte, que tuvo lugar en Montecatini el 9 de agosto de 1919, pero en la actualidad sólo "Pagliacci" se representa con regularidad.

Ruggero Leoncavallo, hijo de un juez, nació el 25 de abril de 1857 en Nápoles, Italia. Ya de niño mostró su talento, siendo admitido a los nueve años en el Conservatorio de Música de Nápoles como alumno de piano y composición. A los dieciocho años, Leoncavallo empezó a escribir su primera ópera, Chatterton. Organizó su estreno en Bolonia, pero un empresario sin escrúpulos abandonó al joven compositor justo antes del estreno. Desanimado y sin dinero, Leoncavallo hubo de ganarse la vida dando clases de piano y voz, y actuando en cafés-concierto.

El siguiente proyecto operístico de Leoncavallo fue I Medici (Los Medici), primera parte de una ambiciosa trilogía basada en el Renacimiento italiano. El trabajo no interesó a Ricordi, célebre y poderoso editor de música, y quizá desesperado, Leoncavallo escribió Pagliacci (1892) emulando el vívido realismo de Cavalleria Rusticana (1890) de Mascagni, que había tenido un enorme éxito. El realismo de esta ópera, con sus ambientes contemporáneos, sus personajes de la clase trabajadora, y pasiones y actos de gran violencia, recibiría el nombre de verismo.

Leoncavallo escribió su propio libreto para Pagliacci. Buscando una historia realista y trágica que pudiera utilizar, recordó una historia real que le había contado su padre. Éste, siendo juez, presidió el juicio a un actor que mató a su mujer en un rapto de celos. La historia se adaptaba a sus necesidades, y la convirtió en la base de su ópera; éste es el "cajón de los recuerdos" al que se refiere en el Prólogo.



Pagliacci fue un éxito que hizo famoso a Leoncavallo prácticamente de la noche a la mañana. Por desgracia, al igual que Mascagni, nunca logró otro éxito igual. Cuando I Medici por fin se estrenó en 1893, la acogida fue fría, y el compositor abandonó su plan de terminar la trilogía. Su ópera La Bohème (1897) fue eclipsada por la versión de Puccini de la misma historia, que se había producido el año anterior con gran éxito. Tan sólo Zaza, la historia de un cantante de music-hall parisino, tuvo cierto eco digno de mención: su estreno en Milán en 1900 contó con Toscanini dirigiendo a un reparto cuajado de estrellas.

Leoncavallo compuso varias óperas más en los años anteriores a su muerte, que tuvo lugar en Montecatini el 9 de agosto de 1919, pero hoy en día, sólo Pagliacci se representa con regularidad, casi siempre en el mismo programa que Cavalleria Rusticana de Mascagni.

Finalmente los dejo con una de las versiones más conocidas de Mario del Monaco, una interpretación de 1975, es decir siete años antes de su muerte: 


Y eso es todo por hoy, sólo me queda decirles...

Ggggrrrr!!!!
(¡Hasta la próxima!)

Su amigo:
Leo el León

Maurice Ravel - Bolero (de Ravel y de Raquel)

Maurice Ravel - Bolero (de Ravel y de Raquel)

Grrr!!!

Saludos cachorros.

Hace pocos días atrás se ha recordado el natalicio de Mario Moreno "Cantinflas", uno de los más grandes cómicos mexicanos de todos los tiempos. En una de sus numerosas películas, él interpreta a un bolero (así llaman a los lustrabotas en México) y, por una equivocación, termina bailando en un exclusivo teatro. Aquí el video:



La película se llama el "El bolero de Raquel", el nombre deriva de la melodía que baila Cantinflas en aquella película: "El bolero de Ravel". Encontré este magnífico artículo sobre esta bella música, la nota fue extraída del blog En Red Mayor:



Caricatura de Ravel por Jean Godebski

El francés Ravel le escribió una carta a su amigo Calvocoressi en 1931, después de su triunfal gira como pianista en los Estados Unidos, y en la que se leía: “(La nueva obra que se me ha solicitado) es un experimento en una dirección muy especial y limitada, y no está pensada para que pueda tomar otra forma posteriormente. Después de su estreno he dejado saber que lo que escribí es una pieza de diecisiete minutos de duración y que consiste totalmente en un manto orquestal sin música, con un crescendo muy largo y gradual. Aquí no hay contrastes y prácticamente no hay invención alguna excepto en su planteamiento y en su forma de ejecución. Los temas son impersonales –tonadas folklóricas de tipo árabe-español. Además, el tratamiento orquestal es simple y directo de principio a fin, sin la más mínima intención de virtuosismo.”



El bailarín Jorge Donn (1947-1992) en su insuperable creación de la coreografía de Maurice Béjart del Bolero

Efectivamente, el conocido Bolero se lo había solicitado a Ravel la bailarina Ida Rubinstein con el propósito de ser danzada y a través de la cual pudiera desarrollarse un escenario peculiar: un café español, a media luz, donde una joven mujer (por supuesto, la Sra. Rubinstein) comienza a bailar un lánguido bolero en una plataforma. Los demás, a su alrededor, comienzan a verla poco a poco y le siguen hasta estallar en una apoteosis dancística. Y como usted también pudo leer en la carta de Ravel a Calvocoressi, parece que al compositor le importaba muy poco lo que ocurriera después del estreno de ese Bolero que, según rezan las viperinas lenguas, no sólo no le interesaba sino que lo aborrecía.

Esa pieza musical de gran arrastre, colorido impresionante y de una capacidad de comunicación tan efectiva que se ha colocado como una de las más gustadas por los públicos del orbe nada más no le importaba a su compositor. Ese enorme genio que era Ravel ¿Estaría consciente de lo que hizo? ¿Por qué despreciaría una de sus obras musicales que ha hermanado razas y diversas formas de pensamiento? Y ¿por qué al parecer una pieza musical monótona como lo es y que sólo se modifica en sus seis últimos compases convoca con fuerza y magia a la sensualidad, la contemplación, el disfrute de la vida y, principalmente, de nuestro sentido auditivo?

Una imagen muy clara de ese enorme que ha tenido el Bolero de Ravel en la humanidad queda manifiesta en una película. Sí, como lo está leyendo: y esa película tiene el título de Melodía de la vida, en la que confluyen personajes de diversas nacionalidades y que a lo largo de la cinta exponen sus alegrías, tristezas, frustraciones y otras cosas por el estilo. Todo es coronado al terminar el film con la emotiva recreación que hiciera el entonces bailarín estrella del Ballet siglo XX de Maurice Bejart, Jorge Donn (ya fallecido), al Bolero de Ravel, teniendo como fondo nada más ni nada menos que la Torre Eiffel de París y con la presencia de todos los protagonistas participando de esa intensa herramienta de la comunicación que ha significado el dichoso Bolero raveliano.

Pero, además, diversas alusiones de la obra han quedado para la inmortalidad en –curiosamente- otras películas: desde la irreverente pero divertida alegoría a la música de Ravel en manos de Cantinflas con su sensacional Bolero de Raquel, hasta la divertida pero bastante zonza película ochentera de Blake Edwards en donde los dos actores no tenían ni la más remota idea de qué estaban haciendo ahí (Bo Derek y el fallecido Dudley Moore), en 10 La mujer perfecta. Una comedia medio cómica-sexual-musical con la que el Bolero de Ravel acompañó los contoneos de las trencitas de la Sra. Derek por las playas de Manzanillo, mostrando un cuerpo que sinceramente no era tan espectacular. Usted ¿con cuál se queda? Espero que responda: con el meritito Bolero de Ravel.

Finalmente los dejo con la famosa coreografía de El Bolero de Ravel:



Bonus:

Un EXCELENTE cortometraje animado que, desgraciadamente, retrata lo que ha sido, en su mayoría, la penosa evolución del ser humano... y que si volteamos a nuestro alrededor, nos da cuenta de porque estamos como estamos...

Este corto forma parte de la película "Allegro non troppo" escrita, dirigida y dibujada por el italiano Bruno Bozzetto en el año 1977 y que se puede ver es esta dirección web: http://v.youku.com/v_show/id_XMjg0MDg1MDg=.html




Hasta pronto cachorros!!!

Y recuerden que este post es cortesía del SUTEP, gracias a la huelga dispongo de unos minutos libres actualizar el  blog de "Música Clásica"